365 días de guerra en Gaza: “No tienen ingresos, pero hacen colas de horas por pagar 70 euros por unos tomates”
A 7 de octubre de 2024, un kilo de tomates en España vale alrededor de 3 euros. En la Franja de Gaza, zona de guerra desde hace 365 días, los ciudadanos se están viendo obligados a pagar 70 euros por un puñado de ellos. La invasión israelí a este territorio palestino y las continuas evacuaciones por los bombardeos que sufren los gazatíes desde hace un año han derivado en cientos de miles de muertes, desnutrición e insalubridad.
Cristina Izquierdo, coordinadora de nutrición y salud del equipo de emergencias de Acción contra el Hambre, ha estado en la Franja de Gaza en tres ocasiones desde que comenzó la guerra. Un año después del primer ataque terrorista de Hamás, cuenta en primera persona a Newtral.es cuál es la situación en este territorio.
Incapaces de subsistir. “La realidad actual en Gaza es la de una sociedad agotada y desesperada porque no les llega ni comida ni medicina”, comenta Izquierdo. La guerra está dejando estragos que, según esta trabajadora, ya son “irreparables”: los más evidentes se manifiestan en la salud en la población gazatí, en su nutrición y en la falta de infraestructuras.
- “El mercado está inhabilitado, la producción se ha complicado, las familias no tienen ingresos y los precios son desorbitados. Además, el sistema de salud está totalmente colapsado. En definitiva, no tienen capacidad de subsistir… los días en la Franja se hacen muy largos”, explica esta trabajadora humanitaria.
La desnutrición. Más del 20% de la población de Gaza pasa días enteros sin comer, según la UNRWA. El 96% de los gazatíes –más de 2 millones de habitantes– se enfrenta a un “nivel alto de inseguridad alimentaria aguda”.
Hace un año, la tasa de desnutrición infantil –menores de cinco años– en el territorio palestino era de menos de un 1%, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Como consecuencia del desabastecimiento de alimentos, los porcentajes de desnutrición infantil han escalado durante estos 365 días desde el comienzo de la guerra hasta situarse entre un 8% y un 16%, dependiendo de la zona de la Franja de Gaza en la que se mida, según los indicadores aproximados con lo que trabajan las ONG.
- Izquierdo explica que esto se debe en parte a que “hay algunos refugios a los que llega más ayuda humanitaria que a otros. El ejército de Israel nos pone límites”.
- La trabajadora recuerda cómo frente a los cajeros automáticos se forman colas de horas de espera: “La desesperación por llevarse algo a la boca está haciendo que los gazatíes gasten todos sus ahorros en unos tomates”.
Llega el frío. Ya no existe infraestructura sólida en Gaza: la mayoría de los edificios están derruidos y los refugios no están en condiciones habitables. “Las tiendas de los campos de refugiados, la mayoría de ellos actualmente instalados en las playas, están hechos de tela. En verano son un horno: en junio entré en una y cuando miré mi móvil marcaba 43 ºC). Por desgracia, ante el frío y la lluvia de invierno, en los próximos meses no van a servir de nada”, lamenta Izquierdo.
No tienen mantas ni ropa de invierno: “Los menores con desnutrición tienen más posibilidades de desarrollar infecciones agudas respiratorias por el frío, y este invierno no van a llegar ni vacunas ni los materiales necesarios para tratar cualquier patología. La mayoría de niños tienen sarna porque el agua de los refugios no está limpia y no hay capacidad de hacer frente a las infecciones”.
Los obstáculos que pone Netanyahu. El proceso para llegar hasta los refugios “es muy complejo” por esas evacuaciones constantes: “La población de Gaza sabe dónde se levanta, pero no dónde se acuesta, y hay zonas a las que el ejército no nos deja acceder… y después de 365 días de guerra, esto tiene consecuencias muy graves”.
Cristina Izquierdo asegura que, cuando la organización humanitaria consigue levantar un centro de ayuda, el ejército israelí emite una orden de desplazamiento que les obliga a desmontarlo.
Además, cuenta que deben pedir permiso al ejército de Israel cada vez que el equipo va a trabajar mediante “un informe” que contenga “la identidad de las personas” que van a prestar ayuda, la matrícula del coche en la que van a ir y “las coordenadas exactas del refugio” al que se dirigen.
La resiliencia. Cristina Izquierdo recuerda “muchos momentos duros” en los tres meses que trabajó en Gaza junto a otros 34 compañeros, algunos de ellos del propio pueblo palestino. Sin embargo, si le preguntan sobre su recuerdo más impactante, responde con firmeza: “Nunca olvidaré la resiliencia con la que el pueblo está llevando esta situación tan extrema”.
“Hay gente del equipo que ha perdido todo. Sin embargo, a las dos de la mañana tienen que ser evacuados y son capaces de coger a sus niños en brazos, meter en una bolsa las pocas pertenencias que les quedan y salir corriendo. A las siete y media de la mañana del día siguiente están en la oficina para ayudar a los suyos”, recuerda esta trabajadora con emoción mientras pide a la sociedad que no olvide que “la seguridad es un concepto muy frágil”.
“Que el privilegio no nos nuble la empatía”, pide.
Fuentes
Entrevista con Cristina Izquierdo, coordinadora de nutrición y salud del equipo de emergencias de Acción contra el Hambre
ONU
UNRWA
Agencia EFE